El discipulado cristiano es una forma de vida. Es el proceso de aprender cómo Dios quiere que vivamos en el mundo. A medida que aprendemos a vivir en obediencia a la Palabra de Dios, en sumisión a las disciplinas de la fe y en la responsabilidad hacia los demás, comenzamos a entender la verdadera alegría de la vida disciplinada y el significado cristiano de la libertad. El discipulado no es meramente un esfuerzo humano, someterse a reglas y regulaciones. Es el medio a través del cual el Espíritu Santo nos lleva gradualmente a la madurez en Cristo. Es a través del discipulado que nos convertimos en personas de carácter cristiano. La meta última del discipulado es ser transformado a la semejanza de Jesucristo (2 Corintios 3:18).